07 diciembre 2010
Carancho
En Argentina mueren cada año más de 8.000 personas en accidentes de tráfico, la media es de veintidós diarias. Hay más de treinta mil heridos anuales. Pero detrás de cada uno de estos accidentes se levanta una industria. Los millones de pesos que cada accidentado representa en cuanto a gastos médicos y legales son un mercado enorme, basado en las compensaciones de los seguros y en la debilidad de la ley.
Sosa está divorciado, no tiene familia, es un especialista en accidentes de tráfico, un “carancho” (buitre), como se conoce a estos profesionales en Argentina. Busca clientela en las salas de urgencias y en las funerarias de los suburbios de Buenos Aires. Un padre de familia vale más que un soltero; un anciano más que un niño; un parapléjico más que un muerto. Tiene años de experiencia y sabe reconocer a la legua un caso bueno de uno malo, incluso sabe cómo construir un caso si no lo hay. Antes tuvo un bufete, pero unos cuantos juicios fraudulentos le hicieron perder la licencia. Mientras espera recuperarla, debe conformarse y trabajar con Casal, el abogado que dirige el tinglado.
Un día conoce a Luján, una joven doctora recién llegada de provincias que intenta llegar a fin de mes trabajando en urgencias, geriátricos y ambulancias. Sola en la gran ciudad, trabaja sobre todo de noche y duerme poco. Desde niña sufre de dolores en el cuello y ha empezado inyectarse un calmante para poder aguantar el ritmo de trabajo. Poco a poco, se queda enganchada. Sosa aparece una noche cuando ella intenta salvar la vida a la víctima de un accidente y él busca un cliente. Luján desconfía del abogado, pero no se comporta como los demás “caranchos”; parece más honrado, cansado. Además, conoce muy bien esos barrios de la ciudad que Luján encuentra hostiles.
Cuando Sosa recupera por fin su licencia de abogado, Luján le trae su primer caso. Es importante y hay mucho dinero en juego. A pesar de saber que se está metiendo en el terreno de Casal, Sosa lo acepta. Está convencido de que lo hace por dinero, pero ¿no será también por amor?